domingo, 17 de noviembre de 2013

ESTO ES VIVIR

                   ESTO ES VIVIR
Estos días son como el  Otoño en nuestras vidas los sucesos, a semejanza de las hojas, caen uno a uno alrededor de nosotros; unos buenos, unos malos, pero todos nos dejan  experiencia.
Las vivencias se reflejan en color mostrándonos en toda su magnitud los errores cometidos; lamentablemente,  algunos, ya no se pueden corregir;  los que sí, tratémos de enmendarlos. Esto, nos traerá paz espiritual.
 
Vivamos  cada momento dando lo mejor de nosotros mismos, a aquéllos que carecen de los  manjares  que alimentan el espíritu como el  amor y  el afecto. No escatimemos ni siquiera  las migajas que se desperdiciarán en la nada.
Dejemos que los  mejores  recuerdos ahoguen nuestra sed de vivir,  los malos, tratar de borrarlos con el manto del olvido, sólo nos pueden dañar, no vale la pena envenenarnos con su hiel.
Elíjamos el momento de mostrarnos  ante la mirada de Dios,  tal como somos, agradeciéndole  toda la  benevolencia  que derramó en nuestras vidas.
Me gustaría imaginar que todo sale bien, y antes de nuestra  partida  final , contemplar con satisfacción, el  placer que nos causó el dar.  ESTO ES VIVIR. 
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EL CRISTIANISMO


LA HISTORIA DEL CARPINTERO

LA HISTORIA DEL CARPINTERO 

Había una vez un viejo carpintero que, cansado ya de tanto trabajar, estaba listo para acogerse al retiro y dedicarle tiempo a su familia.
Así se lo comunicó a su jefe, y aunque iba a extrañar su salario, necesitaba retirarse y estar con su familia; de alguna forma sobrevivirían.
Al contratista le entristeció mucho la noticia de que su mejor carpintero se retiraría y le pidió de favor que si le podía construir una casa más antes de retirarse.
El carpintero aceptó la proposición del jefe y empezó la construcción de su última casa pero, a medida que pasa el tiempo, se dió cuenta de que su corazón no estaba de lleno en el trabajo.
Arrepentido de haberle dicho que sí a su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la dedicación que siempre ponía cuando construía una casa y la costruyó con materiales de calidad inferior.
Esa era, según él, una manera muy desafortunada de terminar una excelente carrera, la cual le había dedicado la mayor parte de su vida.
Cuando el carpintero terminó su trabajo el contratista vino a inspeccionar la casa.
Al terminar la inspección le dió la llave de la casa al carpintero y le dijo: "Esta es tu casa, mi regalo para tí y tu familia por tanto años de buen servicio".
El carpintero sintió que el mundo se le iba...
Grande fue la verguenza que sintió al recibir la llave de la casa, su casa. Si tan sólo el hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, lo hubiese hecho todo de una manera diferente.
Así también pasa con nosotros. A diario construímos relaciones en nuestras vidas, y en muchas ocasiones ponemos el menor esfuerzo posible para hacer que esa relación progrese.
Entonces, con el tiempo es que nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de esa relación.
Si lo pudiésemos hacer de nuevo, lo haríamos totalmente diferente. Pero no podemos regresar.
Tú eres el carpintero. Cada día martillas un clavo, pones una puerta, o eriges una pared.
Alguien una vez dijo: "La vida es un proyecto que haces tu mismo. Tus actitudes y las selecciones que haces hoy construyen la casa en la cual vivirás mañana". ¡Construye sabiamente!
Recuerda... trabaja como si no necesitaras el dinero; ama como ni nunca te hubiesen herido; baila como si nadie te estuviera observando...
Para el mundo tal vez tu seas una sola persona, pero para una persona tal vez tú seas el mundo...

EL TREN DE LA VIDA

EL TREN DE LA VIDA
(Aportación de nuestra amiga Sonia Campos)

Hace tiempo. leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.
La vida no es más que un viaje en tren, repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos casos y de profundas tristezas en otros. Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas, las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje (nuestros padres).
Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable.
No obstante, esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros. Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.
De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo. Otros encontrarán solamente tristeza en el viaje. Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite. Muchos al bajar, dejarán una añoranza permanente. Otros pasarán desapercibidos, que ni siquiera nos daremos cuenta que desocuparon el asiento.
Es curioso que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos. Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento. No importa; el viaje se hace de este modo: lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas… Pero nunca habrá regresos.
Entonces hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno lo mejor de ellos. Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos. Nosotros también titubearemos y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos y mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia… creo que sí.
Separarme de algunos amigos de los que hice en el viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron. Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso.
Amigo mío, hagamos que nuestra estancia en este tren sea tranquila y que haya valido la pena.
Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los que permanezcan en el viaje.
A tí, que eres parte de mi tren, te deseo un… ¡¡¡Feliz viaje!!!.

EL AMOR EN LA FAMILIA

El amor en familia: conocer

Formar a nuestros hijos en la afectividad es ayudarlos a desarrollar su capacidad de amar. El amor se transmite principalmente en la familia.
LA FAMILIA
"La familia es una íntima comunidad de vida y amor" cuya misión es "custodiar, revelar y comunicar el amor" con cuatro cometidos generales (Familiaris Consortio):
*Formación de una comunidad de personas
*Servicio a la vida
*Participación en el desarrollo de la sociedad
*Participación en la vida y misión de la iglesia
Aprender a Amar
La capacidad de amar es resultado del desarrollo afectivo del ser humanodurante los primeros años de su vida. El desarrollo afectivo es un proceso continuo y secuencial, desde la infancia hasta la edad adulta.
La madurez afectiva es un largo proceso por el que el ser humano se prepara para la comunicación íntima y personal con sus semejantes como un Yo único e irrepetible; y que debe desencadenarse al primer contacto del niño con el adulto perpetuándose a lo largo de su existencia.
A pesar de que el hombre fue creado por Dios con una capacidad innata para amar, el crecimiento y la vivencia del amor se realiza a través de la experiencia que el hombre va adquiriendo a lo largo de toda su vida. En el contexto individual de cada persona, esta experiencia se ubica en su familia.
En la familia es donde se hace posible el amor, el amor sin condiciones; los padres que inician la familia con una promesa de amor quieren a sus hijos porque son sus hijos, no en razón de sus cualidades. "La familia es un centro de intimidad y apertura".
Es en el seno familiar donde cultivamos lo humano del hombre, que es el enseñarlo a pensar, a profundizar, a reflexionar. Es en el ámbito de la familia donde el hombre aprende el cultivo de las virtudes, el respeto que es el guardián del amor, la honradez, la generosidad, la responsabilidad, el amor al trabajo, la gratitud, etc. La familia nos invita a ser creativos en el cultivo de la inteligencia, la voluntad y el corazón, para poder contribuir y abrirnos a la sociedad preparados e íntegros. El amor de la familia debe trasmitirse a la sociedad.
La familia es el primer ambiente vital que encuentra el hombre al venir a este mundo y su experiencia es decisiva para siempre.
"La familia, dice Juan Pablo II, es la primera y más importante escuela de amor". "La grandeza y la responsabilidad de la familia están en ser la primera comunidad de vida y amor, el primer ambiente en donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios".
Todo se relaciona con el misterio del Padre que nos ha creado por amor y para que amemos. Nos ha hecho a su imagen y semejanza, todos somos hijos suyos iguales en dignidad. Para revelarnos su paternidad de amor "nos hace nacer del amor" de un hombre y de una mujer e instituye la familia; ella es el lugar del amor y de la vida, o dicho de una mejor manera: "el lugar donde el amor engendra la vida".
Amor conyugal, modelo de amor para los hijos.
"La familia es la primera y fundamental escuela de sociabilidad, como comunidad de amor encuentra en el don de sí misma la ley que le rige y le hace crecer. El don de sí que inspira el amor mutuo de los esposos, se pone como modelo y norma del don de sí que debe haber en las relaciones entre hermanos y hermanas y entre las diversas generaciones que conviven en la familia. La comunión y la participación vivida cotidianamente en la casa, en los momentos de alegría y de dificultad representan la pedagogía más concreta y eficaz para la inserción activa, responsable y fecunda de los hijos en el horizonte más amplio de la sociedad"(Familiaris Consortio)
Alguien dijo que "se puede procrear fuera de la familia, pero sólo en familia se puede educar", y educar para amar sólo se puede en el ámbito de la familia: amando. El ejemplo es el mejor método para educar; hay una frase que dice "Lo que eres habla tan fuerte, que no oigo lo que me dices". Qué nos ganamos con decir, o pretender demostrar, amor a nuestros hijos, lo que importa es lo que ellos ven en la forma como tratamos a nuestro cónyuge.
Tenemos que entender claramente que no hay nada que eduque más y mejor a los hijos que el ejemplo de amor que ven en sus padres como pareja. Para realmente poder amar a nuestros hijos tenemos primero que amar a nuestro cónyuge.
El amor, factor de desarrollo de los hijos
El otro aspecto fundamental de la influencia del amor, dentro de la familia lo encontramos en el desarrollo de la persona, más particularmente, de los hijos.
Cada familia, aun sin pretenderlo crea un ambiente (de amor o de despego y egoísmo, de rigidez o de ternura, de orden o de anarquía, de trabajo o de pereza, de ostentación o de sencillez, etc.) que influye en todos sus miembros, pero especialmente en los niños y en los más jóvenes.
CONOCER
Amar es buscar el bien integral del otro. El que ama y sólo el que ama, conoce bien a la persona amada, porque la conoce no sólo como aparece sino como es por dentro, y más aún conoce "su posible", aquello que puede y "debe" llegar a ser. Como dice Paul Valéry "lo que es más verdadero de un individuo, lo más de él mismo, es su posible, lo que puede llegar a ser".
Partiendo del hecho de que el hombre "es un ser en proceso" pensemos que es en la familia donde más va a avanzar dentro de este proceso. Así podremos valorar la trascendencia de nuestro amor a los hijos. Nuestro amor será responsable de que ellos alcancen la estatura que deben llegar a tener, en todos los aspectos de su persona.
El que ama no sólo conoce lo que la persona amada puede llegar a ser, sino que "le ayuda a ello", le ayuda a que desarrolle todas las potencialidades que tiene y que muchas veces ignora, le ayuda a que sea lo que puede llegar a ser.
CONFIAR
La psicología afirma que el afecto estimula el aprendizaje y desarrolla la inteligencia gracias a la sensación de seguridad y confianza que otorga y que se desarrolla lentamente a través de la infancia, la niñez y la adolescencia.
La persona humana que está siempre en proceso de irse haciendo, es un ser con cierta dosis de inseguridad. El que se siente amado experimenta dentro de sí una fuerza que incrementa su seguridad.
Sentir la confianza de las personas queridas es, no sólo de gran ayuda, sino en muchas ocasiones "vital".
Confiar no significa hacerse de la vista gorda, consentir, ceder. Confiar significa creer en la persona a pesar de que los hechos estén en su contra.
Confiar en alguien implica ser paciente, saber esperar.
¿Cómo podemos infundir confianza en nuestros hijos?. Ayudándoles a que descubran sus cualidades, limitaciones y defectos. Ayudándoles a que desarrollen cualidades, animándoles y aplaudiendo sus logros por pequeños que sean, ayudándoles a que descubran a dónde pueden llevarles sus inclinaciones si no las dominan y sobre todo, haciéndoles sentir nuestro cariño. Para esto necesitamos no sólo paciencia, sino también tiempo.
Lo contrario de la confianza es descargar sobre nuestros hijos nuestro coraje e impaciencia, echar en cara sus torpezas, fallas y malas acciones, sin transmitirles la seguridad que tenemos de que pueden cambiar. El decirles "eres malo" en lugar de "lo que hiciste" es una acción mala.
EXIGIR.
Exigir es un ingrediente esencial del amor.
Sólo quién en nombre del amor sabe ser exigente consigo mismo puede exigir por amor a los demás; porque el amor es exigente. Lo es en cada situación humana.
El amor, al que San Pablo dedicó un himno en la Carta a los Corintios, es ciertamente exigente "amor paciente, servicial, comprensivo...".
Amar a los hijos no significa evitarles todo sufrimiento. Amar es buscar el bien para el ser amado en última instancia y no la complacencia momentánea. Es posible que algunas veces por amor a un hijo le generemos una frustración momentánea que en realidad lo prepara para un bien más grande.
El amor necesita disciplina.
Citamos a Ignace Lepp, en su libro Psicoanálisis del amor nos dice:
"El amor auténtico es el más eficaz creador y promotor de la existencia. Si tantas personas - bien o mejor dotadas - siguen siendo tan mediocres, se debe a menudo, a que nunca han sido amadas con un amor tierno y exigente"
Trascendencia del amor
El amor auténtico vivido en la familia debe alcanzar a la sociedad, la familia debe salir de sí misma y compartir esta vivencia profunda del amor entre ellos que es un reflejo del amor de Dios Padre.
Los Apóstoles comprendieron que el matrimonio y la familia es una verdadera vocación que proviene de Dios, un apostolado, el apostolado de los laicos. Estos ayudan a la transformación de la tierra y a la renovación del mundo, de la creación y de toda la humanidad.
A este respecto el Papa Juan Pablo II en la Carta a las Familias nos dice: "Queridas Familias: vosotras debéis ser también valientes, dispuestas siempre a ser testimonio de la esperanza que tenéis por que ha sido depositada en vuestro corazón por el Buen Pastor mediante el Evangelio. Debéis estar dispuestas a seguir a Cristo hacia aquellos pastos que dan la vida y que Él mismo ha preparado con el misterio pascual de su muerte y resurrección."
El amor en la familia tiene dos cometidos fundamentales:
1. Enseñar el amor, aprender a amar. Revelar, custodiar y comunicar el amor, y proyectarlo a la sociedad.
2. Ayudar a cada uno de sus miembros, especialmente a los hijos, a que desarrollen todas sus potencialidades, que lleguen lo más cerca posible, a lo que deben llegar a ser, que alcancen la vocación a la que han sido llamados por su Creador.